Domingo día 2 Junio. Después de un sábado de viaje en AVE (muy cómodo, por cierto), llegamos a Sevilla, con un calor que amenaza nuestra visita y nos dirigimos hasta el "Hostal Triana", donde desempaquetamos nuestras bicicletas (qué ganas teníamos de verlas), e iniciamos su reconstrucción...la verdad, creo que fue más fácil que desarmarlas, ya que nos ocupó la mitad de tiempo. Con todas las partes en su sitio correspondiente, las guardamos y pasemos a pie por los 38ºC de Sevilla, donde tapeamos en el bar "El Perejil" (Gracias Alicia por recomendarlo!!) y nos endulzamos con vino de naranja. Otras tapas como cenita y al albergue, donde compartimos habitación con más peregrinos (caminantes) y a descansar hasta el primer día de ruta: Sevilla-Guillena-Castilblanco (39 km).
Con un buen desayuno y con los nervios a flor de piel, cabalgamos en las bicis e iniciamos la ruta guiada por flechas amarillas. Éstas pueden estar en árboles, piedras y señales de tráfico, así que tenemos que estar muy atentos para no saltarnos ninguna indicación. También nos ayudamos con azulejos que señalizan el camino, aunque éstos son más escasos. Y yo le comento a mi padre que más nos vale que no haya ningún cabroncete pintando flechitas amarillas falsas por aburrimiento y que nos lleven a carreteras inexistentes...aunque de momento, confiaremos en las buenas voluntades...
A pocos kilómetros de iniciar la ruta nos encontramos a un hombre recostado debajo de un olivo y dos apicultores con él, que nos explican que le han picado las abejas, estaba haciendo una reacción alérgica y le han administrado adrenalina inyectable (que tenían por casualidad...). Así que por ayudar y por mi deber legislativo nos quedamos allí hasta la llegada de la ambulancia, aunque al señor "abejuno" le costaba mucho atender a nuestras recomendanciones (él sólo pensaba en su moto y en sus remolachas). Después de la primera anécdota seguimos el camino...Verde, arboleda, tierra, piedra y arena lo decoran y nosotros disfrutamos como enanos, aunque en muchos tramos, tenemos que bajarnos de la bicicleta y andar con ella, ya que el terreno dificulta "su montura". El calor aprieta y lo que parecía tan fácil por el kilometraje se nos está haciendo algo durillo...pero finalmente nos encontramos con Castilblanco y nos alojamos en el Albergue específico para peregrinos. Allí nos atiende Fernando, voluntario, y nos encontramos con más caminantes y ciclistas del camino. Unas cervezas, vinitos, cena, en muy buena compañía y a descansar las piernas para volver a retomarlas con fuerzas al día siguiente.
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